lunes, 10 de agosto de 2015

Tomate, ¿qué nos pasó?

El tomate es un clásico. Desde siempre figura en la lista de compras semanal, y más de una vez salvó guarniciones abriéndose al medio y dejándose rociar con un poco de oliva y sal.


Pero hace tiempo que él y yo no conectamos. Creo que empezó cuando una vez nos juntamos a comer con las chicas y nos dispusimos a hacer una ensalada. "Bueno entonces compramos lechuga, zanahoria, apio, choclo, atún...", "Tomate" -quise agregar-, "Ay no Zari, tomate no. Ya fue el tomate", respondió mi amiga. Un poco se me rompió el corazón, y no, no exagero.


Cuando se trata de comida, los ingredientes son tan importantes como personas queridas, con las que hay historias y recetas aunándonos. Llamame extrema, pero el tomate supo estar en el top five. Todavía sigo recordando aquel verano en el que viví mordiendo peritas como si fuesen frutillas gigantes...


Pero algo es cierto, el tomate no es lo que era. Hace ya un tiempo que lo encuentro duro, amarillento o verdoso, con cualidades casi plásticas. El sabor no es el mismo: dejó de ser dulzón y considerado fruta, para pasar a ser excluido y rotulado como "insulso". Pobre tomate, espero que en algún lugar del mundo sea rojo y jugoso, y siga gozando de su merecida gloria.


Bua, después de este descargo emo-gastronómico, te propongo una solución, para vos, que como yo seguís comprando tomates por inercia, y cuando vas a ponerlos en la ensalada dudás de que sea una buena opción.


Guisito de arroz al tomate




Necesitás:
Arroz yamaní, 1 taza tipo té (o media de café de la que tomás a la mañana, el balde, digamos) - Para los anti-dietética, pueden usar el blanco o el que más gusten
Tomates, 2 perita  (o 1 redondo)
Ajo, 1 diente
Sal y pimienta a gusto
Curry en polvo, un poquitín
Aceite de oliva, lo que necesites
Queso crema, 1 cucharada generosa
Aceitunas verdes picadas, a gusto
¿Tenés una lata de arvejas? Yo que vos se la agrego


Picás el diente de ajo y lo ponés en una ollita o sartén a dorar con un chorrito de oliva (fuego medio, ojo no se queme). Agregás el arroz (previamente lavado) y revolvés unos instantes. Agregá agua, duplicando la cantidad de arroz que hayas optado (si usaste 1/2 taza de arroz, agregá 1 taza de H2O). Revolvés y ponés el fuego en máximo, agregás sal. Una vez que rompe hervor, bajás el fuego a mínimo y tapás la olla. 

Te recomiendo que chequees cada 5 min, y cuando veas que el agua se redujo a la mitad, vas a agregar el tomate pelado (al igual que pelarías una manzana) cortado en cubos chicos junto con el curry (podés obviarlo si sos de los que no lo bancás). Seguís cocinando, revolviendo de tanto en tanto hasta que se evapore por completo el agua. Si ves que en el fondo, la preparación quiere pegarse, rectificás el aceite de oliva. 

Una vez sin agua, vas a obtener un arroz que podríamos llamar risotto (salvaaaaando las distancias). Ahora es momento de ponerse creativo y tirar poderes: un poco de queso crema, queso de rallar (¿por qué no?), ¿cubitos de queso? Quien te dice... Sal, pimienta, ¿encontraste arvejas? Adentro. ¿Sos de esos que si no ves "la carne" desespera? Latita de atún, tiritas de jamón, salchichas en rodajitas...


Yo terminé mi plato con un topping de aceitunas verdes picadas.
(Bué, pará grosa)


Ya tenés la receta, ahora la música.


Dado la sobredosis de lluvia y nubes del fin de semana, por acá quedamos un poco melanco. 
Quizás no sea el tomate con quien se cortó. 
Pero para quien corresponda, debe haber sido amor.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario