miércoles, 19 de agosto de 2015

Tener la razón también es ser aburrido

El otro día tuve la suerte de cruzarme con un libro del que me enamoré a primera vista: It´s not how good you are, it´s how good you want to be, de Paul Arden. 

No vengo a hacer una revisión de lo que leí. Solamente voy a tomar prestada la frase que usé como título (being right is also being boring), que me quedó rondando en la cabeza, como instándome a hacer algo con ella. 

Romper las reglas cada vez tiene más sentido para mí. ¿Por qué vivir siguiendo los pasos de otros, imitando el pasado ajeno, jugando al dígalo con mímica por pura inercia, sin parar a pensar ni cuestionar nuestro automatismo autoinmune?

Para muchos, quizás, esto de romper con lo establecido no obedezca a los manuales de cocina; pero mi juicio dice todo lo contrario. Despojarse de recetas exactas, medidas justas y gramajes acérrimos es lo que me apasiona de la cocina. Es donde me permito salir del molde, e intervenir cada preparación hasta obtener lo que sea que este buscando. 

Hoy te traigo uno de los tantos experimentos de mi laboratorio culinario, que como tantas recetas, surgió de meras ganas de comer algo rico. (Quedate tranqui que ya me tomé el laburo de ser aburrido con las medidas y procedimientos. Pero, si ves que tu deconstructivista interno se activa, sentite libre de destrozar esta receta y hace de ella lo que más te guste.)
Esto fue lo que resultó:




Panqueques de calabaza: salen 4 grandes
Necesitás:
Puré de calabaza, 1 taza
Claras de huevo, 3
Levadura de cerveza, 1 cucharada sopera (opcional, para un boost nutricional)
Harina de trigo, 4 cucharadas
Queso blanco, 1 cucharadita
Sal y pimienta, a gusto
Agua, cantidad necesaria

En el vaso de la licuadora vas a agregar todos los ingredientes y los vas a procesar por unos minutos hasta lograr una consistencia densa, como una sopa crema bien espesa. Tenés que ir fijándote si necesitás más o menos agua a medida que lo mezcles. Si te llegara a quedar muy líquido, le agregás más harina, y si necesitás alivianar la preparación, le agregás agua. 

Cuando hayas obtenido la consistencia buscada, vas a calentar una sartén rociada con fritolin. Volcás de a cucharadas generosas esparciendo la preparación para que quede redonda.  Cociná a fuego bajo para tener tiempo para "moldear" los panqueques con el revés de una cuchara, antes de que se selle la base. Cuando la superficie se torne opaca, los das vuelta. Yo los apilé formando una torre con queso, jamón y salsa de tomate. Para que se derrita el queso, cuando el panqueque siga en la sartén, una vez que lo volteaste, ahí agregá el queso cortado chiquito o rallado y tapá así se funde. 

No les puedo explicar con palabras lo rico que estaba esto. Por eso les dejo una foto que espero, haga justicia. 



Para terminar, un tema que es el soundtrack de todas mis travesuras

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