miércoles, 5 de agosto de 2015

Lo que el super me dejó

Pocas cosas me parecen tan desafiantes como tener que improvisar una comida con lo que quedó de la última compra. Suele ser un momento en el que cunde el pánico y la imaginación ya tiene demasiado hambre para ponerse a crear.

Por eso, hoy te traigo mi almuerzo, producto de los ultimos resabios del súper de la semana pasada... Quizás le de un touch de inspiración a tu próxima odisea culinaria. 

Llegué de la facultad avergonzada del ruido que me hacía panza, estaba furiosa, gruñía (al igual que yo). Abrí la heladera y ahí me esperaban unas zanahorias arrugadísimas, un zapallito aburrido y media cebolla angustiada. Abro el freezer, bolsita de choclo. Siempre me salva la bolista, la recomiendo porque el choclo va con todo, invade los platos con un toque dulzón que me la sube. 

Alacena: fideos, obvio. 
Qué hice? 
Puse agua a hervir con el fuego al mango y tapé la olla (nunca te olvides de este detalle, disminuye mucho el tiempo de ebullición). Mientras, puse una sartén al fuego con un poco de fritolin (soy fan de este tipo de aceite en aerosol porque además de distribuir de manera uniforme el producto, permite no zarparte con las cantidades). Corté la media cebolla en cuadrados groseros, adentro. Por otro lado agarré las arrugadas (zanahorias), las pelé y corté en cuadraditos. Es clave darle oportinidades a las verduras aun cuando no están del todo frescas y vívidas. Cuando las zanahorias empiezan a ponerse blanditas y no se dejan rallar, son ideales para agregar a cociones como salsas o salteados, porque al cocinarse se olvida la textura y pasa como fresco. 
Bueno, la receta. 
Agarré el zapallito y lo corté en cuadraditos. Cuando la cebolla empezó a dorarse y dejó de largar su aroma ácido, agregué las verduras cortadas y el choclo (directo del freezer, va como piña). Revolví para integrar todo y agregué un chorrito de salsa de soja y otro de agua. Hice esto para evitar saturar la preparación de sodio y color súper oscuro. Pocas personas conocen este truco y es clave porque deja aprovechar el condimento sin dejarlo ser protagonista. Finalmente agregué bastante pimienta, dejé cocinar a la par de los fideos, y en cuanto estuvo la pasta la colé, apagué el fuego de las verduras y serví. Quesito de rallar y manjar listo. 

Tardé 20 minutos: 15 en cocinar y 5 en devorar. Plato vacío, panza para la siesta.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario